Uno de los momentos más trascendentales para el hombre en la historia de la humanidad, en cuanto a desarrollo tecnológico y económico, se resume en los aportes realizados por la Revolución Industrial.
Y si bien los principales beneficiados radicaban en países de Europa o en Estados Unidos, los novedosos inventos y la revolucionaria maquinaria también llegaron a distintos territorios de Latinoamérica, entre ellos, México.
La Revolución Industrial en México significó un giro de 180º en cuanto al eje económico en el que funcionaba el país, pasando de la ganadería y la minería tradicional a las industrias agrarias y la mecanización.
Si bien este movimiento tuvo sus inicios a mediados del siglo XVIII, debido a los procesos independentistas y la profunda huella dejada por la colonia española, se puede decir que el auge industrial se demoró en llegar a México.
Y si a esto se le suma el rechazo de los caudillos mexicanos, que impidieron el adecuado asentamiento de las industrias en el territorio, se obtiene un retraso de casi 150 años para la llegada de la Revolución Industrial en México, ya en pleno siglo XX.
Para comprender entonces cómo las industrias consiguieron revolucionar México, es necesario considerar varios aspectos:
1. Antecedentes Relevantes
Como ya mencioné anteriormente, la Revolución Industrial fue un movimiento surgido en Inglaterra alrededor de 1760 y que describe el auge de la maquinaria y el cambio a otros modelos de energía, aprovechables la realización del trabajo o las tareas cotidianas.
Debido a la amplia duración de este período histórico (entre 1760 y casi 1900), la Revolución Industrial puede dividirse en una primera y una segunda etapa.
En este sentido, la primera Revolución Industrial pasó prácticamente inadvertida en México (que entonces era Nueva España), debido a que gracias a la gran cantidad de metales preciosos en la tierra, la necesidad de la industrialización era secundaria.
En años sucesivos, durante la guerra de independencia y la lucha entre el sistema liberal contra el conservador, los intereses de México se orientaban más a su establecimiento como nación que a lo que ocurría en el resto del mundo.
Por tanto, fue preciso esperar hasta 1900 para que la necesidad del desarrollo económico exigiese la llegada de las industrias al territorio mexicano.
El Sistema Ferroviario y Portuario
Durante el período dictatorial de Porfirio Diaz, entre 1876 y 1911, México comienza a experimentar su primera fase del desarrollo económico como nación.
En esta fase, se dio a conocer el invento que ya llevaba años revolucionando Europa: la locomotora a vapor. Por tanto, una de las primeras reformas económicas fue la instalación de un sistema ferroviario.
Esto, sumado a la importancia geográfica que posee el territorio mexicano para el comercio marítimo, conectando el océano Atlántico con el Pacífico a través del puerto de Veracruz, Salina Cruz y Manzanillo, logró un impulso tremendo en la economía.
Como resultado, México se convirtió en el país más importante de toda Latinoamérica para el comercio interno y externo.
Ya entre 1910 y 1920, durante el estallido de la guerra civil mexicana, el crecimiento económico que vivía México se vería estancado, al menos hasta la llegada propiamente dicha de la industrialización.
2. La Llegada de la Industrialización
A partir de 1930, México comenzó a vivir un lento pero constante proceso denominado “economía enclave”, mediante el cual vio la luz renacer para su crecimiento comercial.
El objetivo de esta reforma era explotar y exportar los principales elementos de materia prima que producía el país, siendo estos el algodón, el café y el cacao.
Para conseguirlo, el gobierno mexicano llevó a cabo políticas de expropiación de las empresas ferroviarias y petroleras, las cuales le otorgaron un liderazgo político e hizo dar cuenta la necesidad de industrializar México.
Para explicar cómo ocurrió este proceso, se deben describir diferentes puntos relacionados:
El Milagro Mexicano
Es aquí donde México comienza a cosechar verdaderamente los frutos de la Revolución Industrial, desde comienzos de 1940.
En este período, el gobierno concentraría medidas políticas y su capital económico en la fabricación de máquinas que ayudasen a potenciar la producción agraria.
Este período es denominado “El Milagro Mexicano”, debido a que casi durante tres décadas continuas el crecimiento económico obtenido a consecuencia de estas medidas fue constante.
Además, habiendo estallado la Segunda Guerra Mundial y habiendo México decidido participar en apoyo a Estados Unidos, se conseguirían condiciones todavía más favorables para el desarrollo de las industrias.
La demanda de consumo de productos producidos en el suelo mexicano fue masiva, manejando un alto flujo económico y promoviendo las inversiones en otras áreas de interés para la industria.
El Crecimiento de las Empresas Nacionales
Debido a las medidas de expropiación tomadas por el gobierno nacional, el estado comenzó a delegar entidades y funciones a subgrupos que a su vez controlaría, creando algunos nuevos organismos.
Entre ellos, destacan las siguientes empresas:
- Sosa Texoco, S.A.
- Altos Hornos de México, S.A.
- El IMSS
- Petróleos Mexicanos (PEMEX)
Estas medidas fueron apoyadas ampliamente por la mayoría del pueblo mexicano, que a su vez se vieron recompensados con el desarrollo de empleos dignos para todos.
Sectores Secundarios Industrializados
Aprovechando las grandes ganancias que recibía el estado mexicano por las exportaciones de sus productos agrícolas, se tomó la decisión de financiar otras industrias para evitar la mono-producción.
Una de las principales fue la industria eléctrica, vital para alimentar el funcionamiento de las máquinas que remplazaban el trabajo realizado por el hombre.
También destaca la industria siderúrgica y mecánica, con las cuales se verían capaces de fabricar y reparar sus propias máquinas sin depender de la mano de obra extranjera.
Finalmente, se aprovechó para potenciar la industria química y petrolera, central para el crecimiento de las industrias, además de las obvias remuneraciones económicas implicadas en dichas inversiones.
Como consecuencia de estas inversiones, el producto interno bruto (PIB) obtenido entre 1960 y 1980 contaba con un aumento progresivo de 6.5 % por año.
3. Consecuencias Directas de la Revolución Industrial en México
Como toda gran revolución, ocasionó grandes cambios en el ritmo de vida del pueblo mexicano, dentro de aspectos que pasan por lo político, social y económico.
Estos cambios pueden ser descritos con mayor precisión:
Desarrollo de Asociaciones Comerciales
A partir de la organización del capital adquirido, otras firmas comerciales se vieron interesadas en financiar los proyectos de menor magnitud, provenientes en su mayoría de los civiles.
Esto dio pie al crecimiento de entidades bancarias, compañías de seguros, sindicatos y otras organizaciones relacionadas al manejo de bienes.
Como resultado de este nuevo ámbito de crecimiento, el sistema de créditos y rentas fue establecido y debidamente aprovechado.
Desplazamiento de las Zonas Rurales a las Urbanísticas
Debido a las nuevas oportunidades de empleo que ofrecía el desarrollo de las industrias, el atractivo que ofrecían las grandes ciudades se hizo todavía mayor, llamando la atención de los pobladores de los campos.
Si bien esto aumentó la densidad de población en las zonas urbanas, trajo consecuencias muy positivas para los antiguos habitantes de las zonas rurales, tales como la alfabetización y una mejor capacidad adquisitiva.
Reducción de Precios para el Comercio Interno
Consecuente al período de prosperidad económica que vivía el estado mexicano, así como la constante producción de materia prima, se tomó en consideración la calidad de vida del pueblo mexicano.
En este sentido, se optó por colocar precios paralelos para el comercio interno y el externo de los productos, siendo los primeros considerablemente inferiores a los segundos.
Esto le permitió a los mexicanos no solo gozar de mejores empleos durante la Revolución Industrial, sino además rendir de mejor forma los sueldos obtenidos.
Llegada de Inmigrantes Provenientes de Europa
Mientras que en algunos países de Europa se sufrían los estragos dejados por los bombardeos y ataques de la Segunda Guerra Mundial, en México se vivía un período de prosperidad donde apenas eran afectados por los países rivales.
Como resultado, los puertos de México recibieron a una gran cantidad de inmigrantes que buscaban reconstruir sus vidas, beneficiándose de la estable economía y las políticas de inclusión entonces manejadas.
Incorporación de la Mujer a la Industria
Un hecho bastante llamativo, relacionado a la Revolución Industrial, es el empoderamiento del rol femenino dentro del trabajo.
Durante este período se abrieron las puertas a la mujer para ejercer su libre derecho al trabajo, y no solo a las labores domésticas como se mantenía hasta entonces.
Esto no solo trajo como consecuencia la liberación de los conceptos tradicionales del género, sino que también un cambio profundo en los valores y costumbres manejados en la familia.
Cambio de la Percepción Internacional de México como Nación
De una sociedad agricultora, retrasada del rumbo tecnológico predominante en el resto del mundo, a un territorio industrializado ejemplar para el resto de Latinoamérica.
El cambio que se produjo a partir de la revolución industrial en México fue tan eficiente en términos de comercio nacional e internacional, que les fue suficiente tres o cuatro décadas para situarse en la vanguardia del mundo moderno.
Tomando en cuenta el drástico cambio que vivió México antes, durante y después de la Revolución Industrial, luego de haber analizado detalladamente cada uno de sus aspectos, es fácil darse cuenta del por qué de su importancia.
Gracias a ella, hoy todavía México es considerado como una de las grandes potencias de América Latina.
¿Te ha servido de utilidad esta información? ¡No dejes de darnos tu opinión en los comentarios!
Ver También:
- 20 Fechas Y Acontecimientos Históricos Más Importantes De México
- Contexto Histórico en el Que Surge México Como País Independiente
- 6 Ejemplos de Relatos Históricos Muy Populares Y Cómo Redactar Uno