El término “Revolución Industrial” hace referencia a un evento histórico que tuvo lugar en Gran Bretaña a partir de la segunda mitad del siglo XVIII y que se extendió hasta mediados del Siglo XIX.
Contrario a lo que se piensa, esta revolución no se refiere a movimientos de avanzada social ni a un proceso de lucha de clases económicas, esto sería más bien consecuencia de dicha “Revolución Industrial”.
¿Qué es la Revolución Industrial?
La revolución industrial es, propiamente, un proceso de desarrollo y avance de la sociedad agrónoma y rural de Gran Bretaña a una sociedad urbana e industrializada, a través del uso de herramientas y maquinarias que ayudaron a mejorar el proceso de producción de las manufacturas textiles.
Este desarrollo fue gradual y terminaría por convertirse en el impulso de avance y desarrollo económico, social y político que requería Europa.
La revolución industrial permitió el cambio del sistema económico como se le conocía hasta entonces, siempre basado en la producción agrícola y agropecuaria, donde la mayor producción quedaba en manos de pocos terratenientes y donde los agricultores producían más para consumo particular que para el abastecimiento del mercado.
Origen
Este proceso de Industrialización se dio paulatinamente a partir del mejoramiento, en la segunda mitad del siglo XVIII, de las ruecas y telares, herramientas que permitieron a los agricultores comenzar a obtener otra fuente de ingresos sin descuidar el trabajo del campo.
Para ese entonces, Europa se encontraba en constante guerra entre sus países, y si bien Gran Bretaña no vivió esas guerras en su territorio, sí se encontraba librando batallas contra Francia fuera de sus fronteras.
La guerra trajo consigo el aumento de la demanda de uniformes y prendas textiles, lo que ocasionó que cada vez más agricultores se sumaran a las filas de la producción textil.
El manejo de la lana y el algodón, su producción y posterior tratamiento para convertirlos en hilos y de allí en telas, dio origen al primer procesamiento industrial. Hiladores y tejedores se quedaban cortos ante la demanda cada vez mayor debido a los bajos precios de venta de los productos textiles.
Empezaron los inventos de mano de grandes creadores del momento que fueron diseñando y construyendo nuevas herramientas o máquinas para llevar a cabo y de modo más rápido el desarrollo de los telares.
Estos recursos continuaban utilizándose dentro de los hogares, hasta que en la década de 1760 Lewis Paul y John Wyatt abrieron una fábrica en la cual la máquina tejedora trabajaba a base de laminados.
A partir de allí las fábricas comenzaron a surgir con las mejoras tecnológicas consiguientes. La tejedora Jenny creada y patentada en 1770 por James Hargreaves, con un uso más eficiente, dio una gran versatilidad a los tejedores del hogar.
No obstante, la evolución continúo y surgieron nuevas máquinas tejedoras que utilizaron el poder del agua para aumentar la potencia y producción con la consecuente desaparición de los tejedores del hogar y la aparición de los tejedores industriales.
Ya para el año 1857, el Reino Unido contaba con 250.000 telares. Lo cual continúo en aumento con las mejoras constantes que sufrieron las maquinarias textiles a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XVIII.
Otros factores
A la par que se desarrollaba en Gran Bretaña una industrialización producto de las manufacturas textiles, se llevaba a cabo también una reorganización social. Debido al auge de las industrias, la sociedad se vio en la necesidad de crecer, lo que dio paso a:
La urbe
Los pueblos dieron paso a las urbes, con mejores sistemas de tratamiento de los desperdicios y mejores condiciones de vida. Lo que a su vez derivó en un incremento de la población que resultaría beneficioso al redoblar las fuerzas de la mano de obra y por ende al aumentar la demanda de consumo de los productos.
La sociedad que anteriormente se dividía en agricultores y grandes propietarios o terratenientes, comenzó a cambiar con el desarrollo industrial, debido a la necesidad de mano obrera para la atención de las industrias.
Surgió luego lo que se conocería como el proletariado o la clase obrera, donde la relación patrón empleado sería de interés mutuo.
Aunque esta relación siempre favorecía más al empresario que al obrero, lo cual terminaría por derivar en el incremento de la pobreza de algunos sectores, luchas sociales, surgimiento de los sindicatos y de nuevos sistemas de mercado y gobierno.
La máquina a vapor y el desarrollo
A la par que se desarrollaba la industria textil en Gran Bretaña, se realizaban grandes avances en el campo de la viabilidad y la comunicación entre los pueblos y ciudades.
Surgieron los primeros sistemas de transporte de mercancía gracias a las máquinas a vapor, que permitieron la creación de los trenes y de sus sistemas viales. Esta apertura de vías de comunicación dio un gran impulso al comercio textil.
El primer tren con máquina a vapor surgió en 1814 de la mano de George Stepheson, a partir de allí comenzó a utilizarse en las minas y posteriormente se comenzaron a engranar rutas de tránsito para los ferrocarriles que ya no serían únicamente para el carbón y otros productos, sino que pasarían a trasladar personas.
Otra de las grandes ventajas que tenía Gran Bretaña era su flota marítima, la cual le permitió dominar sobre otras naciones. Estas flotas fueron mejorando también a partir de la incorporación de las máquinas de vapor en ellas.
Gran Bretaña y sus cimientos para la Revolución Industrial
La Revolución Industrial en Gran Bretaña surge desde ese proceso de industrialización de la sociedad, en gran medida producto de la industria textil, apoyada lógicamente en el desarrollo que a la par se generaba en cuanto a los trenes y las vías de comunicación.
Pero sin duda uno de los elementos que influyó directamente en el alcance que este proceso de desarrollo tendría en Reino Unido y otros países de Europa fue su sistema de gobierno.
Luego de varios procesos internos de cambios políticos y pequeñas revoluciones, Gran Bretaña era la única nación europea donde la Monarquía no era absolutista, lo cual permitió el surgimiento de clases sociales de empresarios y de otros estratos, que impulsarían el comercio interior y exterior.
La sociedad de Gran Bretaña se había transformado en una sociedad regida no solo por la monarquía, sino por un sistema de gobierno guiado por un parlamento, con leyes que más adelante y entre dificultades, tenderían a abogar por el apoyo a los pobres y al proletariado.
La importancia de la reforma protestante en la revolución industrial
Entre algunos historiadores, es común la opinión de que este proceso de desarrollo que terminaría convirtiéndose en la Revolución Industrial surgió gracias a la apertura que trajo consigo la Reforma Protestante.
Al desprenderse de la visión católica del trabajo y del predominio de la Iglesia sobre las decisiones del Estado, la sociedad de Gran Bretaña pasaría a tener una mayor libertad de las fuerzas productivas de sus pueblos, de los beneficios y del comercio.
La revolución industrial ha sido el hito histórico que ha marcado un mayor cambio positivo en la historia de la humanidad, surgida de la necesidad misma del avance y de un mejor sistema de producción de los artículos necesarios para tener una buena calidad de vida.
Hoy por hoy la cultura de todas las naciones del mundo se rige por sus producciones, por su industria y comercio. El avance constante de las tecnologías no ha frenado desde el inicio de la Revolución Industrial.
Como puedes ver, el impacto de la revolución industrial se ha extendido hasta nuestros tiempos. Si este artículo te ha resultado de provecho, recuerda dejar tu opinión en los comentarios.
Ver También:
- La Primera Revolución Industrial: Características, Causas Y Consecuencias
- Cómo la Primera y La Segunda Revolución Industrial Cambiaron Nuestro Mundo
- Las 10 Causas Principales de la Revolución Industrial